martes, 21 de noviembre de 2006

Entre la Familia


Para mi, algo importantísimo en la vida cotidiana es el humor. Mi sentido de humor ha sido formado principalmente por mi familia. Me río más con mi familia que con nadie más. De hecho, nos reímos tanto que ya tenemos muchos chistes entre la familia.
• Hombros verdes: este chiste empezó con mi tía Wendy y mi mamá y su tendencia de reír a la hora más inapropiada imaginable. Un año en el día de Gracias, mi familia entera estaba en la casa de mi abuela, quien es muy religiosa. Todos se habían sentados, la comida parecía perfecta, así como si fuera de una película. Mi abuela se sentó y empezó a bendecir la comida en una manera muy seria. Mi mamá, sentada junta con mi tía Wendy, veía a su lado un extraño movimiento. Sin querer interrumpir a mi abuela durante la bendición, mi mamá lo ignoró, pero no podía aguantar más y volteó la cabeza a ver lo que pasa con mi tía. Ella veía solamente un hombro verde temblando, y se dio cuenta de que mi tía se estaba riendo, tratando de no hacer ningún sonido. Pero al ver a mi tía riéndose, mi mamá empezó a reír también. Trataban de no hacer un sonido, porque interrumpir a mi abuela, especialmente durante la bendición, es equivalente a un delito federal. Pero ya no podían soportarlo más, y estallaron con la risa tan fuerte que mi abuela se enojó al punto de levantarse y no volver a la mesa hasta que al menos 5 personas de la familia habían tratado de persuadirla a regresar. Así que cada vez que alguien de la familia empieza a reír en el momento inadecuado, decimos que tenemos un caso muy malo de los “hombros verdes”.
• Cuando yo era muy chiquita, en la escuela preescolar (asistí a una escuela privada de la iglesia baptista), tenía una gran afinidad por meterme en líos. Pero una vez, esta afinidad casi resultó en mi expulsión. Yo tenía alrededor de los 4 años, y mi hermano mayor de 8 años fue mi modelo de seguir. Esto solo es causa por la preocupación, pero yo insistí en dar mis compañeros de clase una lección de vocabulario que me había dado mi hermano el día anterior. Durante la hora afuera, decidí con una amiga que fuéramos a escribir las palabras “fuck” y “shit” en el pizarrón que había afuera. Ella me dijo que no pensaba que era una idea buena, pero yo insistí que era una idea genial. Entonces, agarré la tiza y escribí las palabras “malas” en la pizarrón. Fue en ese momento que volteé, y un segundo después lo vi. La chota. Habían venido por mí. Bueno, no fue la chota, pero fue aun peor. Las maestras baptistas habían venido por mí. Recuerdo particularmente a una de ellas, quien tenía pelo tan rojo que parecía un payaso, con la fachada tan enojada que yo creía sinceramente que me iba a dar una paliza. Me dieron un “tiempo fuera” por 5 minutos enteros (¡Qué horror!) y también la nota temida en mi caja personal, donde la encontraría mi papá al recogerme. Me acuerdo de llagar a casa, mi papá estaba muy enojado, y me dio otro “tiempo fuera”. Cuando mi mamá regresó de su trabajo, él le dijo lo que yo había hecho. Yo estuve tan mortificada, tan avergonzada, que casi no lo podía aguantar. No sabía por unos años que fue un relato famoso entre toda la familia, y que todos lo encontraron (menos mi abuela, quien estaba sinceramente preocupada) tan cómico que cada vez que uno de nosotros diría alguna maldición, fuimos perdonados si podíamos escribirla. Supongo que mis padres y tíos creyeran que si una niña de 4 años podía escribir tales palabras, mis primos deberían también.
• Cuando yo tenía 5 años, a mi hermano y a mi nos fue permitido comprar dos hámsters. El chavo en la tienda de mascotas nos había asegurado de que las dos eran hembras, pero después de más o menos un mes, fue obvio que no era cierto. Al levantarse una mañana, mi hermano se dio cuenta de que tuvimos unas adiciones a la familia, y fue tan emocionado que nos levantó a todos a mostrarnos. Después de llegar en la escuela, mi hermano dijo a todos los que escucharían acerca de las 9 criaturas rosadas que realmente fueron las cosas más repugnantes que mi mamá ni siquiera quería verlos. Pero al regresar de la escuela, mi hermano encontró la escena de una masacre. La madre de los pequeñitas criaturas había almorzado algo con mucha más proteína que su comida regular. Al ver la jaula de los hámsteres, mi hermano vio a las cabecitas de los bebés tiradas por todos lados, y solamente 3 habían escapado el hambre de su madre. Mi hermano fue tan impactado por esta escena que tuvimos que mover la jaula al otro cuarto, y seguía teniendo pesadillas acerca de hámsters durante unos meses. Los hámsteres, por la otra mano, seguían reproduciendo y después de un rato teníamos alrededor de 10 hámsteres, quienes escaparon de la jaula regularmente, y se volvieron salvajes, explorando su dominio (es decir, la casa) y estableciendo viviendas en cualquiera área que podían. Fue como una temporada de caza abierta de hámsteres en nuestra casa. Andábamos atrapándolos solo para darnos cuenta de que otros habían escapado. Nos dieron tantos problemas, que cada vez que nos enfrentamos con un problema que no se resuelva, decimos que es nada más que otro caso de “las dos hámsteres”.

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